Había una vez...
…un ingeniero electrónico chino que no pudo asistir al nacimiento de su segundo hijo. El cruel supervisor de la fábrica le denegó el permiso; había que finalizar el control de la remesa 214-3.2 de smartphones de última generación. Una lágrima de Huan Yue cayó encima de…
...un resplandeciente smartphone compacto ...
… de formas redondeadas y destellos dorados. Tres meses después Piero abría su regalo de cumpleaños ¡por fin tenía su soñado móvil! Al cabo de pocas horas el alcohol le hizo olvidar su impresionante smartphone en aquel asiento de un pub florentino. Con la batería llena, el procesador empezó a aburrirse hasta…
...que descubrió sus componentes...
…y decidió pasar a la acción. La imagen del hambriento joven Sadok en una mina congolesa de coltán le forzó a reiniciarse; su corazón de tántalo estaba manchado de sangre. Sin nadie que le distrajese navegando por absurdas redes sociales, el smartphone se arrancó la CPU sin pensarlo…
...para no ser cómplice del complot...
…de insensibles multinacionales. Ahora ligero, voló; voló muy alto. Millones de pequeñas pantallas iluminaban su viaje, hasta que una en particular le llamó la atención. Descendió con cautela sobre aquel hombre de ojos rasgados y al acercarse pudo apreciar el móvil que miraba con insultante felicidad. Era un bebé precioso.